martes, 2 de abril de 2013

LOS PERROS DE LA GUERRA


Tom, Xuavia y Vogel son nombres de tres de los perros que participaron en la gesta de Malvinas, enviados por la Infantería de Marina. En estas líneas, fragmentos de tres vidas que también son consideradas heroicas.

El Comando de la Infantería de Marina, durante la defensa de Puerto Argentino, decidió el envío de 18 perros de guerra el 7 de abril de 1982, bajo las órdenes del Teniente de Fragata de Infantería de Marina Miguel A. Paz. El grupo contaba con guardamarina veterinario, Jorge Robles; encargado de sección, suboficial segundo de Infantería de Marina: Ernesto Franco, y soldados conscriptos. Cada uno como guía de un perro a su cargo, con el cual formaba una pareja inseparable.
Estos canes fueron utilizados para la defensa de la localidad, para protección de los puestos de comandos, como así también para las centrales de comunicación y depósitos varios.
Después de varios bombardeos, se comprobó un hecho curioso: la alarma más segura y eficaz ante los bombardeos, sobre todo de los aéreos, estaba dada por los aullidos de estos animales que los anunciaban mucho antes de que se realizara el ataque siendo, al decir de los veteranos que operaban desde Puerto Argentino, inequívoca y constituyendo el momento a partir del cual se tomaban las contramedidas.

Según refiere el Cbo 1º VGM Omar Liborio del GA 101 Ea, él llevó el forma clandestina a un perro de la base que había sido criado de cachorro. Lo llamó Tom porque iban al Teatro de Operaciones Malvinas.
En breve tiempo, este animal se transformó en el ser más festejado, mimado y querido por todos. Como debían ocultarlo de los superiores, en las inspecciones el can debía estar oculto dentro de algún bolso o disimulado por una campera o saco de donde asomaba apenas su hocico para poder respirar.
Luego de un breve tiempo de espera en Santa Cruz, el grupo fue movilizado y partió hacia las Isas Malvinas en un Hércules. Por supuesto que Tom lo hizo también, pues ya era un soldado más del grupo de Artillería 101.
En Malvinas, Tom tuvo un comportamiento ejemplar: cuando se cañoneaba al enemigo, se paraba delante del cañón como el más avezado combatiente. Si alguien estaba bajoneado ladraba y jugaba con él en los momentos de calma, para animarlo. Cuando había “alerta roja de bombardeo naval” abandonaba el refugio para buscar a los que estaban más alejados; presentía con su instinto perruno los bombardeos antes de que se gritara la alarma y lo manifestaba con ladridos particulares que ya todos conocían.
Los soldados le fabricaron, con gorros y bufandas, un abrigo para atenuar las gélidas temperaturas del lugar y compartieron con él la comida, surgió entre ellos y el can una amistad profunda y sincera.
El 11 de junio, siendo la hora 11.15, un avión se lanzó raudamente, bombardeando y haciendo estallar un cañón que manejaban los camaradas de Tom quienes corrieron para cubrirse.
El avión efectuó otra pasada, pero esta vez ametrallando furiosamente a la tropa, que repetía el ataque con fusiles. Muchos fueron heridos. Tom, que corría avisándoles a los más distantes, tuvo la mala suerte de ser alcanzado por esquirlas.
El humo y el olor a pólvora se enseñorearon con el lugar. A pesar de estar herido, el Cabo Liborio y otros que lo estaban también, buscaron a Tom y lo encontraron tendido sobre una roca; estaba inmóvil y los miraba con sus ojos negros. Esos ojos que otrora habían sido tan vivaces, fueron apagándose en forma lenta, despidiéndose de ellos, ¡sus amigos!
Allá quedó para siempre en la helada turba malvinera él al igual que los héroes que dieron su vida por la Patria; es otro bastión argentino en las Islas Malvinas, la tierra insular que nos fuera robada en el siglo XIX.


Xuavia estaba preñada cuando fue a Malvinas; fue elegida porque era la mejor entre las hembras. Era extremadamente celosa y guardiana.
En los últimos días de combate se decidió el envío de perros a primera línea para evitar infiltraciones enemigas.
Fueron tres las parejas enviadas: conscripto Carlos del Greco con Ñaró; conscripto Raúl Andicochea con Negro, y conscripto Silva con Xuavia.
En la noche del 13 al 14 de junio, en el asalto final, los guías perdieron a sus perros que huyeron aturdidos por las explosiones.
Todos los esfuerzos por encontrarlos que realizó la sección Perros terminaron en un profundo fracaso, pese al empeño de todos, incluyendo a los Infantes de Marina de otros destinos, quienes colaboraron sensibilizados por los hechos.
Lo hicieron a pesar de ser concientes de que, de estar con vida, guiados por su instinto y sensibilidad, hubieran regresado a su sección.
Ñaro y Negro desaparecieron completamente y no se encontraron ni siquiera sus collares, por lo que se presume que murieron en combate.
Hubo una versión no confirmada que refiere que un oficial británico se quedó con uno de ellos.
En esa noche, seguramente Xuavia, cuando estaba regresando del frente hacia la localidad, encontró herido a un soldado argentino que yacía cubierto por la nieve en el suelo. La perra se le acercó, se pegó a él y le brindó calor hasta el momento en que los camilleros lo encontraron y lo trasladaron hacia Puerto Argentino. La perra lo acompañó hasta el hospital y recién después de hacerlo, regresó con los suyos que se llenaron de alegría por su regreso.
De no haber sido por ella, el soldado hubiera muerto desangrado y congelado.
Lamentablemente no se pudo rescatar el nombre del soldado ni el de los camilleros.
Luego del conflicto Xuavia regresó a la Base Naval Puerto Belgrano donde parió 9 cachorros, 7 machos y 2 hembras de los cuales 3 murieron inmediatamente después del parto. El padre fue Duque.


De la dotación de perros de guerra de la ARA Veteranos de Malvinas, el que superó a todos en longevidad fue Vogel.
Vogel es un término germano que significa pájaro, un ovejero alemán hijo de Tell y Nixie, también nacidos en la BNPA.
Luego de la gesta de Malvinas presidió todas las ceremonias de la unidad, luciendo en su capa la condecoración de Veterano de Guerra de Malvinas. Lo hacía con la prestancia propia de su raza.
Falleció el 1º de noviembre de 1991, fue enterrado en la BNPB mirando hacia las Islas Malvinas y con un monumento en honor de los Perros Veteranos de Guerra.


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