EL JOVEN, LAS ESTRELLAS Y EL MAR
. Atanasio era un hombre entrado en años, inteligente, culto y con sensibilidad acerca de las cosas importantes de la vida. Solía ir a su cabaña de la playa, donde pasaba temporadas escribiendo y buscando inspiración para sus libros. Tenía la costumbre de caminar antes de comenzar su trabajo. Un amanecer, mientras paseaba junto al mar, observó a lo lejos una figura humana que se movía como un bailarín. Se sonrió al pensar en alguien bailando para saludar al día.
Apresuró el paso, se acercó y vio que se trataba de un joven. Comprobó que no bailaba, sino que se agachaba para recoger algo y suavemente, lanzarlo al mar.
A medida que se iba acercando, saludó: -¡Buen día, joven! ¿Qué está haciendo? El joven hizo una pausa, se dio vuelta y respondió: -Arrojo estrellas de mar al océano. -¿Por qué arrojas estrellas de mar al océano- dijo el sabio. El joven respondió: -Hay sol y la marea está bajando; si no las arrojo al mar, morirán.
Pero joven –replicó el sabio- ¿No se da cuenta de que hay cientos de kilómetros de playa y millones de estrellas de mar? ¡Nunca tendrás tiempo de salvarlas a todas! ¿Realmente piensa que su esfuerzo tiene sentido?
El joven lo escuchó respetuosamente, luego se agachó, recogió otra estrella de mar, la lanzó con fuerza por encima de las olas y exclamó: “¡Para aquella… sí, tuvo sentido!”
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